El Taller


La asociación El Taller, de la mano de los servicios sociales y asistenciales, atiende a personas sin recursos o con necesidades reales en pequeñas intervenciones domésticas

Dos socios de Grumatena (Yolanda Morales y José Zarraluqui) participan desde hace unos años en un proyecto solidario llamado Asociación de voluntariado "El Taller ". Este está formado por un grupo de jubilados que se dedica de forma totalmente desinteresada a realizar pequeños arreglos domiciliarios a otros jubilados, y también a personas necesitadas y en riesgo de exclusión social que precisen de su servicio en toda la comarca de Pamplona.

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"Una mujer mayor sola no puede subirse a una silla para cambiar una bombilla. Que nos llamen. Para eso estamos". De esta forma explica uno de los miembros de la asociación de voluntarios El Taller, José Zarraluqui, la labor que realizan allí donde les necesiten.

La asociación se encarga de ayudar a personas que no tienen recursos o que no pueden realizar determinados arreglos caseros.

En su mayoría se trata de domicilios de personas mayores, viudas que viven solas o familias sin medios económicos. Si les hace falta alguna reparación de pequeña envergadura en sus viviendas y no tienen capacidad para realizarlo, los jubilados 'manitas' estarán dispuestos a solventar el problema.

Juntarse con ellos un rato sirve para cargar las pilas, para sentirse orgulloso de la gente de esta ciudad dispuesta a echar una mano a los que más lo necesitan. "No hace falta irse a otro continente para ver la pobreza. Que los políticos nos acompañen un día a las viviendas que acudimos y se darán cuenta de cómo viven muchas personas", comenta Genaro Borobio, un antiguo conductor de autobuses en San Sebastián reconvertido en reparador a domicilio.

Tras haber estado a punto de desaparecer hace sólo ocho meses, la asociación de voluntarios El Taller de Pamplona vuelve a recuperar las mismas actividades que durante más de dos décadas han permitido que muchas personas de Pamplona hayan podido vivir un poco mejor.

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Todos los integrantes de la asociación son jubilados, con una media de 70 años, y al menos tienen dos cosas en común: su disposición a ayudar a los demás de una forma desinteresada y sus habilidades con los arreglos domésticos.

Continuadores de un proyecto asociativo que arrancó hace 23 años en el barrio de San Juan con un pequeño taller, dedican parte de su tiempo y sus conocimientos –antiguos o adquiridos– para pequeñas reparaciones en domicilios de personas sin recursos.

Pedro Aguerri Bravo, uno de los promotores del proyecto, recuerda que comenzaron ayudando a los jubilados, que en su mayoría eran mujeres en situación de soledad, pero que a la vista de las necesidades sociales ampliaron su labor a individuos o familias con pocos recursos y también a personas viudas, ancianas o discapacitadas.

Trabajan de la mano de los servicios sociales de barrio y de los equipos asistenciales públicos o privados, que son los que en la mayoría de los casos avisan a los usuarios de su existencia. De paso, los voluntarios de El Taller pueden detectar carencias o situaciones de vulnerabilidad que el sistema haya pasado por alto.

El Taller está disponible de lunes a jueves, en horario de 9 a 13 horas. Desde la centralita de la oficina atienden la llamadas en el número 948 31 53 01. Al menos dos voluntarios acuden a cada salida y pueden ser más si es necesario. Se trasladan en autobuses por Pamplona y Comarca portando todo el material que van a necesitar, incluyendo las protecciones sanitarias impuestas por la COVID.

"En 2003 nos trasladamos al local que ahora tenemos en la calle Uztarroz 27 en la Rochapea gracias a una cesión de la Caja de Ahorros. Es mayor y disponemos de más herramientas", indica Elías López, otro de los primeros miembros de la asociación.

En sus inicios disponían de 14 voluntarios, especializados en distintas ramos, como fontanería, carpintería, electricidad, pintura y servicios de peluquería. Llegaron a realizar hasta 539 salidas al año, aunque en 2019 se redujo a 300.

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En enero de 2021, El Taller acordó su disolución ante la falta de voluntarios –hubo varios fallecimientos y enfermedades graves– y de recursos económicos para continuar con la labor.

Todo parecía indicar que la trayectoria de una asociación de innegable impacto social iba a terminar. Hasta llegaron a desprenderse de todo el material y las herramientas, pero por casualidades del azar, otro grupo de jubilados de la Asociación de Mayores Lacarra decidió unirse a la causa.

En apenas dos semanas volvieron a ponerlo todo en marcha. Con la incorporación de los nuevos voluntarios procedentes de Lacarra y los que continuaban pudieron recuperar parte de las herramientas y pensar en proseguir las actividades en cuanto las restricciones y la pandemia se lo permitieran.

Ya están de vuelta. El presidente de la asociación, Marcos Leyún, nos recuerda que sólo actúan en casos de necesidad real y en actuaciones muy concretas. "Solo nos encargamos de pequeños trabajos, como una bombilla, un enchufe, una persiana o cosas así. No hacemos intervenciones de mayor envergadura ni arreglamos electrodomésticos. Para eso están las empresas o los autónomos".

Leyún hace un llamamiento a la colaboración institucional y del sector privado, como las empresas ferreteras para el suministro del material sobrante. "Nos vendría muy bien disponer de más subvenciones. También necesitamos taladros, atornilladores o soldaduras" señaló. A base de donaciones y préstamos, los voluntarios mantienen a flote la asociación, con la aportación añadida de alguna subvención que reciben del Gobierno de Navarra y del Ayuntamiento de Pamplona.

Además de los citados, los otros integrantes de la asociación El Taller son Inés Etxauri, José Zarraluqui, Antonio López, Roberto Gonzalo, José Javier de la Hera, Tere Igoaz, Yolanda Morales, Genario Borobio, María José Armendáriz, Juantxo Pagola, Manolo Urroz, Inma Zabalza y Conchi Mújica.

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